Marzo de 1970

Desde la Federación Española se convocó el campeonato de España esperanzas y junior.

Nuestro profesor Ángel Claveras comentó que en el club Judokwai se iba a realizar una tarde un entrenamiento- selección para asistir al sector de dicho campeonato.

Los cuatro o cinco en “edad de merecer”, acudimos a ese entrenamiento. Tengo que reconocer que entre todos los que asistimos no llegábamos a completar todos los pesos y que simplemente se realizó un entrenamiento, se nos peso y se nos adjudicó la plaza.

¡Mi primer campeonato de España! Yo tenía 15 años y era cinturón naranja desde diciembre. Había empezado a practicar Judo en abril, en junio obtuve el amarillo y en diciembre el naranja.

No recuerdo si los días anteriores hicimos algo especial por el hecho de “haber sido seleccionado”, lo que si que recuerdo la ilusión y las expectativas que provocaba en mí la proximidad del viaje.

Nos comunicaron que el sector era en Barcelona y que el viaje se realizaría en tren y que además teníamos una dieta de 400 pesetas por cabeza para alojamiento y comidas.

Yo lo de la dieta no lo entendía. No sabía que querían decir. Ahora, ¡lo del viaje!, ¡y en tren!, y ¡a competir!, en ese momento no había nada más importante en mi vida.

Tengo que decir que yo no había ido nunca en tren. Y tengo que decir que nunca había estado en Barcelona. Bueno ni en Barcelona ni en muchos sitios.

Mi padre murió cuando yo tenía dos años y mi madre bastante tarea tenía con sacar a sus cinco hijos adelante.

Mis viajes se reducían en coche con mi tío Manolo, hermano de mi padre, imagino que asumiendo su responsabilidad y tratando de cumplir con su hermano, nos montaba las mañanas de todos los domingos en su cuatro-cuatro, y nos llevaba a hacer turismo y visitar familiares en los pueblos cercanos.

Pero ¡a Barcelona y en tren y sin tener que pagar nada…!  Vaya sueño…

Ahora cualquier pequeño ha volado a Euro Disney y cada verano en tren, coche, avión, se mueve por playas, montañas…

Mis veranos, y no los cambio por nada, los pasábamos con mi abuela en una torre que tenía la familia donde allí hermanos, primos, venían amigos, con nuestras bicis, juegos, nuestros perros, gatos, la piscina… nunca echamos en falta ni Euro Disney (aunque no existía), ni tampoco la playa, ni otro tipo de vacaciones que tampoco conocimos.

Pero volvemos al viaje.

La competición estaba prevista un domingo por la mañana. Mi profesor nos dijo que el tren salía a las tres de la tarde del sábado y que tendríamos que estar en la estación a las dos y media.

Una vez en la estación me enteré de que el tren era “un Rápido”. Recuerdo que como delegado- entrenador venía Fernando Contreras, un cinturón marrón, compañero de mi profesor Ángel Claveras. Tengo que decir que en aquel momento en Aragón solo había cuatro cintos negros: José Manuel García primer dan, Luís Zapatero tercer dan, Jesús Vicente segundo dan y Manuel Yagüe primer dan.

En el equipo junior, mi amigo ahora socio Jesús Sánchez, Arturo Justes, los hermanos José y Raimundo Sieso, y en el equipo esperanza a parte de mí, solo recuerdo a Pedro Bozal que era cinto verde.

El tren arrancó a las tres de la tarde y llegamos a Barcelona…, a las diez de la noche. El  “Rápido”, era un tren que paraba en todas las estaciones, apeaderos o casa que encontraba junto a la vía. Lo cierto es que el viaje duró siete horas, pero no guardo un mal recuerdo del mismo. El grupo que íbamos llenamos un compartimento y sería por la novedad, o porque a esa edad y con tan poco mundo, todo es mucho, recorriendo el tren, descubriendo cosas, la relación entre nosotros amenizó o por lo menos hizo que esas horas se hicieran más cortas.

Y llegamos a Barcelona. A la estación de Francia. A mi ese nombre me imponía. Me daba la impresión aun estando en Barcelona, de que estábamos más lejos…

Y Fernando, el delegado nos llevó al alojamiento. Saliendo por la puerta principal de la estación, cruzando una vía muy transitada estaba nuestro alojamiento: la Fonda Rius.

El cartel de la calle eran unas letras grandes y bien iluminadas. Entrando en la pensión, un olor “a cerrado”, y una escalera de caracol para acceder a las plantas. De los rellanos y en mitad de la escalera surgían habitaciones… el caso que nos alojamos en habitaciones dobles. Yo recuerdo que estuve con Pedro Bozal y recuerdo que Fernando pago 60 pesetas por cada uno. En un restaurante que había al lado, entramos a cenar un plato combinado.

Terminada la cena, Fernando nos llevó a visitar las Ramblas, terminando con una vuelta rápida por el barrio chino para hacérnoslo conocer, algo que se había establecido como rutina cuando la expedición de Judo de Aragón se desplazaba a Barcelona.

Y de allí a dormir.

A la mañana siguiente en un par de taxis al Sant Jordi. El club Sant Jordi, ya no se si existe, en la calle Valldoncella era algo parecido a un antiguo teatro. Lo que antes sería el patio de butacas era un espacio dedicado al tatami. Creo recordar que había un par de zonas de tapìces, una más amplia que otra, pero para lo que yo conocía de Zaragoza, Nortland y Judokwai, dos sótanos con columnas, el Sant Jordi, que para encontrar la sala había que subir escaleras, podía ser el Kodokan, del que yo entonces no había oído ni hablar.

Y se pasó a realizar el pesaje. En mi peso +75 kgs, (yo estaba gordito), tenía solo un rival. Un catalán, se apellidaba Sastre. Acudió a la competición, al pesaje con un pantalón corto tirolés de peto y tirantes, por las que asomaban unas piernas llenas de pelos que daba a entender un desarrollo físico mucho mayor que el mío. Su aspecto con una barba mal afeitada le daba un aspecto de mayor. Seguro que tenía mi edad y era de mi categoría pero…

Cuando se puso el kimono, (entonces todos lo llamábamos así), vi que era cinto azul. Yo ya he dicho que era naranja. No recuerdo si calentamos o que hicimos. Mi siguiente recuerdo es que me encontré saludando frente a él. Y cuando el árbitro, el histórico José Pons, dijo ¡hajime!, lo que nos costó encontrarnos y agarrarnos, recuerdo que abrazó mi cintura con su brazo izquierdo y me aplicó una “11ª de cadera” de entonces,  un o goshi en toda regla, que fue ippon.

Mi nivel de Judo era tal, que desconocía que los movimientos también se pudieran hacer por la izquierda y me sorprendió de esta forma.

Quince segundos duraría el combate. Y allí termino mi primer campeonato de España.

Terminó la competición. De los nuestros solo se clasificó Arturo Justes y fuimos a comer a la Barceloneta. Comimos un plato combinado y de allí a la estación de Francia pues nuestro tren salía a las tres.

Salimos a las tres y llegamos a Zaragoza a las 10 de la noche (ahora se diría las 22h).

Siete horas para ir, plato combinado para cenar, vuelta por las Ramblas, dormir en la Rius, 15 segundos de combate, plato combinado en la Barceloneta, siete horas de vuelta…

Y aunque mi actuación sobre el tatami fue fugaz, guardo un grato recuerdo de ese mi primer campeonato de España, y aunque fueran solo 15 segundos lo que duró mi combate, como ya he comentado alguna vez que “todo es Judo”, fue un fin de semana intenso de mucho Judo.

Esto fue en marzo de 1970.