Lo que nos gusta escuchar

A todo el mundo le gusta que se le contemple, se le considere, y que en su trabajo se le valore.

A los Profesores de Judo nos gusta que se valore nuestra dedicación, nuestra capacidad de trabajo para desenvolvernos entre muchos alumnos, la calidad de nuestra enseñanza de Judo, el número de cintos negros que hemos ayudado a formar, los resultados en competiciones que han tenido y tienen nuestros judokas.

Pero cuando nosotros nos sentimos de verdad valorados, es cuando vemos cómo aquellos niños que empezaron a practicar Judo de pequeños con nosotros, se “instalan” en la vida, demostrando su valía personal y profesional que han adquirido ayudados de unos valores de respeto, educación, voluntad, constancia, capacidad de superación y determinación, en definitiva de saber hacer y estar, que la práctica de Judo les ha aportado.

A los Profesores de Judo no nos resulta raro y nos resulta gratificante escuchar a padres que cuando su niño acaba de descubrir el Judo, te vengan a decir refiriéndose a él:

“Vendría todos los días”, “si por él fuera, no haría otra cosa, estaría todo el día aquí”.

Y que de alguna manera, para que vamos a negarlo, nos gusta escuchar.

¡Qué bien huele el Judo! dijo Daniel de Toro un día al entrar en el club después de un verano hace ya diez años. Daniel tenía 7 años, hoy tiene 17 y se está preparando para obtener su primer dan.

Y es que está comprobado que los aromas evocan recuerdos, motivan sensaciones, transmiten deseos, potencian apetitos, y que el olfato es un poderosísimo reforzador de la memoria, incomparablemente superior a la vista o al oído.

Los recuerdos de olores, y de elementos asociados a ellos, tienen una permanencia en la memoria desproporcionadamente más larga que la de las imágenes o sonidos.

Pero ¿a qué olor se refería Daniel?

Daniel entró en el club después de dos meses de vacaciones y el olor que empapaba el recinto, se metió en su cerebro y evocó las carreras, los juegos y calentamientos.

El rito del saludo, el orden en la fila, el comportamiento adecuado, las caídas, las explicaciones y los movimientos de Judo, y recordó el contacto con sus compañeros el randori, “las peleas”, en un ambiente con unas normas que todos respetan.

Recordó la responsabilidad que tiene que asumir sobre su compañero, y la confianza con que su compañero se ofrece para trabajar con él, y cómo la amistad que se va fraguando, va creciendo entre ellos…,y es por todo esto, además de por como huele el club, lo que le hizo decir a Daniel: “qué bien huele el Judo”.

A mi, oír a Daniel ese día, me incitó a escribir el artículo que titulé “el olor del Judo”, y que colgó Jesús Asensio en Arajudo en septiembre de 2010.

Y todo esto me ha venido a la cabeza cuando quería escribir sobre una expresión que me gusta escuchar y que afortunadamente escucho en cada sesión y seguro que todos los Profesores escuchamos muchas veces, y que es: “¿estás bien?”

Esta pregunta surge cuando uno de nuestros judokas, en el “fragor de la pelea” realiza una acción descontrolada, proporciona un golpe o una patada sin querer, o proyecta sin control y es consciente de que ha producido a su compañero un daño, que aunque casi siempre leve, es consciente de que podía haber evitado y ese ¿estás bien? de alguna manera demuestra su preocupación y a nosotros nos está indicando que los valores del Judo se pasean por la sala.

Todos tenemos alumnos que son cuidadosos y responsables, y también otros que son descuidados y menos preocupados. Y cuando es uno de estos últimos el que se preocupa con ese ¿estás bien?, nos llega más y es cuando nos damos cuenta de cómo el Judo va “cubriendo” a todos, incluso a los que a priori no se preocuparían nunca.

Y este ¿estás bien? de nuestro judoka a veces desconsiderado es lo que nos llena, pues es el que justifica nuestra misión y la importancia de nuestra labor como Profesores de Judo y es la expresión que siempre nos gusta escuchar.