Al maestro Navarro le gustaban las preguntas que te obligaban a pensar.
En ocasiones le oí preguntar por cómo era el desequilibrio en de ashi barai, por cuál era el movimiento más peligroso y qué lesión resultaba más molesta.
Conseguía introducir dentro del contexto de la conversación cualquiera de estas preguntas, cuando reunido con un grupo de Profesores, se discutía y se hablaba de Judo.
Sabía quien era el maestro Navarro desde que yo era cinto azul. Pero cuando de verdad empecé a tratarlo fue en los cursos en Guadalajara, a principio de los 2000 donde él ya era una institución allí, y a mi se me ofreció en un par de ocasiones impartir la asignatura de Judo pie.
Recuerdo en una de las primeras reuniones, cuando el maestro lanzaba al aire esas preguntas, yo era un novato a ese nivel, y como en el colegio, miraba para otro lado con la esperanza de que no fuera yo quien tuviera que responder esas cuestiones que me venían grandes.
Quiero decir también que entre Profesores el maestro nunca dejó en evidencia a ninguno. Era distinto cuando se encontraba con los alumnos a los que hacía “sufrir” con preguntas, reproches, directas, indirectas, a los que les hacía pasar mal rato pero que al final conseguía que todos sus alumnos se esforzaran y llegaran al nivel exigido.
La cuestión siguiente no es del maestro Navarro. Esta suelo hacerla yo cuando entre amigos después de un entrenamiento nos juntamos para tomar algo. Lo cierto es que no se si se la oí a alguien alguna vez o he sido capaz de pensarla por mi mismo:
¿Cuál es la mejor cerveza?
Podremos ser fieles a una marca que nos guste más que otra, pero evidentemente la que mejor apreciamos es la que tomamos después de un buen entrenamiento.
Seguro que mi alumno Toño Gil 2º dan, del grupo de la mañana y jefe de ventas en Cervezas La Zaragozana, no piensa lo mismo y “arrimando el ascua a su sardina” opina que si además es “Ambar”, mejor que mejor.
No se si viene a cuento, pero como surgió a través del Judo voy a contar como fue mi iniciación con la cerveza.
Ya he comentado alguna vez que comencé a practicar Judo a los quince años. También que quedé sin padre siendo muy pequeño y mi madre bastante hizo con sacar a sus cinco hijos adelante. Al no haber “hombres” en mi casa, nunca hubo ni se consumieron bebidas alcohólicas, lo que incluye la cerveza.
Mis primeros contactos con la cerveza fue cuando practicando Judo comencé a quedarme a los entrenamientos “de mayores”. Tendría 17 años y luego el grupo capitaneado por Ángel Claveras al principio, luego fuimos autónomos, pasábamos a, se llamaba Espumosos, una cervecería cerca del Northland, especializada en cerveza con limón donde tomábamos una caña con limón.
En aquellos tiempos mi asignación semanal me daba escasamente para mis gastos personales y habituales y casi siempre era Ángel o si no cualquiera de los mayores los que pagaban esas cañas.
Recuerdo que al no poder invitar nunca, me sentía incómodo y una vez al terminar el entrenamiento, me escabullí del grupo y me fui a casa.
Al día siguiente cuando antes de la sesión, me encontré con Ángel, que se lo olió, vino hacia mi, me dio unos golpes en el pecho y me dijo: “no vuelvas a marcharte sin decir nada, si tienes que irte te vas, pero si yo tengo para tomar una cerveza… tu también”.
Nunca se imaginará Ángel cómo me marcó ese día.
“Nos convertimos en las personas con las que nos relacionamos” (Robin Sharma)
Y ahora voy a hacer una declaración de principios:
Me declaro adicto al café y a la cerveza. Me gustan. No he fumado nunca, ni tomado bebidas espirituosas. Nada de alcohol, bueno si, algo de vino tinto si procede en las comidas, pero siempre con moderación.
Con el maestro Vicente Cepeda que durante años he compartido salidas con el equipo nacional junior, lo que hizo que hasta un cierto punto conseguimos conocernos, llegué a sentir cuando él tenía alguna necesidad: “Vicente vamos a fumar”, y salíamos fuera, o cuando me decía “Jose ahora que toca, ¿café o cerveza?”.
Pienso que se pueden contar con los dedos de las dos manos, en toda mi vida, las veces que a base de cervezas me he llegado a poner “chispa” y en dos las ocasiones en que quizá me pasé un poco.
Bueno, no se porqué ni para qué he contado todo esto. Quizá la lectura del libro JUDO de Antonio Nacenta ha ayudado e inspirado estas líneas.
Por cierto las respuestas a las preguntas de maestro Navarro del comienzo del artículo:
El desequilibrio de de ashi barai: posterior lateral,
El movimiento más peligroso: uchi mata, naturalmente mal aplicado, a lo que ahora han decidido aplicar hansoku y,
La lesión más molesta: la que tienes en ese momento.
Y a mi pregunta de cual es la mejor cerveza: la de después de entrenar.