Parece fácil

“Parece fácil”, dice mi alumno Jonatan Crespo cuando asiste a una sesión que imparto de pequeños, donde todos se comportan.

Jonatan Crespo es actualmente tercer dan y realizó hace años el curso de monitor de Judo. Por circunstancias ha pasado unos años en un pueblo en Francia, donde practicaba  en el club de Judo y colaboraba con ellos impartiendo alguna clase de pequeños.

Y como nos ha pasado a todos al principio, “sufría” problemas de orden con los niños.

Por eso cuando ahora asiste a una sesión en el club, de un grupo ya instaurado y “domesticado”, le sale decir: “on dirait que c’est facile, mais c’est pas facile”, (parece fácil, pero no es fácil).

Quizá la mayor preocupación y el objetivo de todo Profesor de Judo, sobre todo cuando empieza, es conseguir cierto orden durante la sesión.

Y conseguir este orden va asociado a la noción de autoridad.

En octubre de 2010 recuerdo que escribí un artículo que titulé: “La autoridad del Profesor de Judo”, y que subió Jesús Asensio en Arajudo.

Antes de volver a leerlo y seguro de copiar algunos párrafos de entonces que nos vendrán bien, quiero escribir este “parece fácil”, con mi mentalidad de ahora, de 2018.

Pienso que la autoridad del Profesor de Judo está íntimamente ligada a la confianza.

Cuando un Profesor tiene confianza, tiene claro con qué se va a encontrar y  lo que va a hacer. Comunica con su presencia y con la manera de conducirse, esa autoridad que necesita para conseguir respeto orden y obediencia, que son las normas de juego de las que ya hemos hablado, y necesarias para que la sesión se desarrolle con normalidad.

Cuando falta esa confianza, esa inseguridad, la captan los niños que sienten hasta donde pueden llegar, y algunos que son como son… buscan el límite.

Conforme pasa el tiempo, los Profesores veteranos, llegamos a las sesiones y no se nos ocurre  pensar que nuestros niños se puedan “amotinar” o hacer algo impropio para una sesión de Judo.

En ocasiones tenemos nuestras preocupaciones y dudas antes de la sesión pero una vez que nos metemos en faena, tenemos tablas suficientes para resolver y salir airosos de cada situación. Pero para eso hemos tenido que ser coherentes desde el principio.

Y es llegar y empezar. Y desde que llegamos, y llegan los niños, tenemos que saber como conducirnos para conseguir que nuestros alumnos se comporten de manera adecuada.

Y es que la veteranía es un grado.

Recuerdo al Profesor de Judo francés Juan Cotrelle en los cursos de Mauleon (Francia), como con solo su presencia al entrar en la sala, todos los cursillistas (y eran más de una centena), paraban de jugar y sin que nadie les dijera nada se colocaban para el saludo.

De igual forma con el maestro Navarro en los cursos de Guadalajara. Era aparecer, y de alguna manera todos estábamos pendientes de él. De no hacer nada que nos pudiera reprochar.

También cuando he estado en Japón, iniciado el entrenamiento en la Universidad por “los sempais”, cuando llegaba cada Profesor a la sala, se interrumpía el trabajo, saludábamos hacia él y proseguíamos a lo nuestro.

Llegado a este punto he pasado a leer el artículo. Como muchos no lo habréis leído, y no tengo claro que párrafos entresacar, lo pongo íntegro a continuación

 

La autoridad del profesor de Judo

(Octubre de 2010)

Siempre recordaré hace años un curso de Judo en Mauleon (Francia) que organizaba mi profesor Ángel Claveras junto con dos amigos profesores franceses.

Uno de los profesores franceses  comunicaba de manera especial la sensación de autoridad. Antes de iniciar la sesión y estando todos los niños revolucionados jugando por el tatami aparecía en la sala y no tenía que hacer ni decir nada. Se detenía junto al tapiz y conformen advertían su presencia, los niños paraban, se iban callando y se colocaban progresivamente en la fila para saludar.

A mi la personalidad de este profesor, la autoridad que solo su presencia producía ante la clase me impactaba. No he podido olvidar esta imagen y siempre he pensado que es a lo que tiene que aspirar todo profesor de Judo, a conseguir  de manera natural con su presencia mantener el orden en la clase.

No se si con todas las polémicas actuales que existen sobre autoridad, con los problemas actuales que “sufre el profesor en el aula” sea lo más indicado que trate yo este tema ahora, pero está comenzando el curso y me parece oportuno, crear inquietudes y aportar ideas que nos puedan ayudar.

Primero de todo, vamos a enumerar las características que según Rainers Martin (psicólogo deportivo), debe reunir un profesor de cualquier deporte: conocimiento del deporte, motivación por no dejar de aprender, y empatía.

Vamos a dar por sentado que el  profesor tiene suficientes conocimientos de Judo, que está motivado por no dejar de aprender. Quedará el concepto de empatía, que es la facultad de identificarse con una persona o grupo de personas, ponerse en su lugar y percibir lo que sienten.

Y percibiendo lo que sienten, en el ambiente creado el profesor deberá aplicar la autoridad.

La autoridad del profesor es una autoridad moral, que viene avalada por sus conocimientos, por ser una persona que observa en cada situación una conducta adecuada, que sigue una línea de actuación coherente y que sabe comunicar.

Y todo esto es lo que proporciona al alumno la sensación de que el profesor puede aportarle algo, y es lo que hace que el alumno reconozca su autoridad.

Al hablar de autoridad se generan otros conceptos como respeto, disciplina, convicción y competencia.

Consultando la definición de autoridad, el diccionario dice: derecho y poder de mandar y de hacerse obedecer.

La autoridad es efectiva cuando existe el respeto y el respeto es muy difícil de imponer y de improvisar. El respeto no se impone, se gana y empieza por respetarse a uno mismo y por respetar a los alumnos, tratando de crear un ambiente donde los alumnos se interesen, porque “para aprender hay que entender y para entender hay que atender y nadie atiende si no está interesado por la materia.”

Hablando de autoridad y de respeto surge el término disciplina. Término que por las distintas connotaciones con que se ha tratado, en estos tiempos, está depreciado y parece que incomoda hablar. Y la disciplina no es más que una simple condición de trabajo Es “el cumplimiento de unas normas de convivencia que atañen a todos en beneficio de un bien común.”

En las clases de Judo coexisten dos tipos de disciplina (o condiciones de trabajo), una social (puntualidad, higiene, buenas maneras) y otra, disciplina de entrenamiento para que el grupo pueda progresar y cumplir sus objetivos.

Para ejercer la autoridad, el profesor tiene que estar convencido de su derecho a mandar. Derecho a mandar que se fundamenta en primer lugar por el status que ocupa como profesor y en segundo lugar porque tiene conocimientos que aportar y transmitir. Si el profesor es consciente de estas dos condiciones será más fácil que cumpla la segunda premisa que define autoridad, “hacerse obedecer”.

Y para hacerse obedecer el profesor de Judo tiene que estar seguro de su competencia. Competencia en lo que hace, competencia en lo que manda y competencia en cómo lo manda, desde donde se genera la convicción de que te van a obedecer porque el profesor está seguro de que lo que manda es lo correcto y el alumno percibe seguridad en que el profesor es capaz de aportarle conocimientos.

Cuando el profesor explica, el alumno capta el grado de fascinación que el Profesor siente por lo que está exponiendo, su nivel de seguridad y de preparación. Cuando no es así, también capta el  miedo y la inseguridad del profesor inseguro y novato.

Esta convicción, esta competencia y ese mandar con empatía es lo que diferencia a un profesor de otro, y es lo que distingue a un profesor con mayor autoridad que otro.

Así como un competidor debe observar a otros competidores, analizar a sus rivales para preparar futuras competiciones y tiene que evaluar sus combates para sacar conclusiones para progresar, pienso que una forma de aprender y de formarnos como profesores aparte de asistir a cursos, es evaluar y analizar todas nuestras actuaciones cuando impartimos clase y si tenemos la posibilidad, ver y analizar como se desenvuelven otros profesores en sus clases, y fijarnos en su forma de “aplicar la autoridad”.

Y teniendo en cuenta sus aciertos, copiar y probar lo que queremos imitar y pensamos que podemos incorporar a nuestras clases, y tomar nota de lo que no nos gusta, para no reproducirlo nosotros.

Resumiendo

Para que el profesor pueda ejercer la autoridad, tiene que existir un respeto, una disciplina (condiciones de trabajo), que facilite el ambiente donde los alumnos se interesen por la actividad y el profesor tiene que estar convencido de lo que enseña, por lo que tiene que estar seguro de su competencia y mostrar una gran dosis de empatía en el momento de actuar.

 

Hasta aquí lo que decía en el artículo publicado en Arajudo en 2010.

Y es lo que tenemos que conseguir los Profesores de Judo.

Que seguros de nuestra competencia, demostrando un gran respeto por nuestros alumnos, por nuestro Judo y por nuestra labor, consigamos que en nuestra sesiones nuestros niños nos entiendan, nos sigan, nos hagan caso y hagan pensar y decir, si hay alguien que viene a vernos, como en este caso dijo Jonatan Crespo: parece fácil.