El jueves 11 de junio, me llama Santiago Coello, el más veterano del grupo de los matutinos, para decirme que los matutinos me querían ver, y que el viernes habían dicho de quedar en un bar, que hay cerca de mi casa a tomar café a las 7 de la mañana.
Desde mediados de marzo, que se inició el confinamiento, llevábamos tres meses sin vernos. Habíamos tenido contacto telefónico, sabíamos que todos estábamos bien pero no nos habíamos visto.
Mis alumnos Saúl Nafría y Jonatan Crespo, durante todo este tiempo han organizado unas “clases on line”, que más o menos todos los alumnos del club que han querido, han podido seguir y se han mantenido unidos.
Prácticamente todos habían seguido con sus profesiones y trabajos, desde casa en un primer momento y en su lugar de trabajo después, pero afortunadamente todos habían podido seguir trabajando.
Cosa que no podemos decir los Profesores de Judo, que hemos tenido que bajar la persiana, suspender las clases, y estar sin poder trabajar y además con la incertidumbre que todo este tema de la pandemia conlleva, lo que nos ha hecho sentirnos, a mi por lo menos, más fuera de lugar que nunca.
Estuvimos 14 y después de ponernos al día, me dijeron que querían empezar por la mañana. A hacer Judo, o a lo que fuera, pero que necesitaban empezar.
Me gustó que me lo dijeran. De alguna manera me volvía a sentir útil. Les dije que así lo haríamos. Que lo comentaría con mi amigo y socio Jesús Sánchez, a ver que decidíamos y que los meses de verano como siempre hemos hecho, porque nos íbamos de cursillos, julio y agosto estaríamos cerrados.
Prepararíamos como fuera necesario el club, pero que en septiembre, siguiendo las normas que entonces estén establecidas, empezaríamos.
A los dos días estuve con Jesús en el club y se lo comenté. Le pareció bien y decidimos que en septiembre empezaremos con los grupos de adultos. Matutinos, martes-jueves tarde, y lunes miércoles y viernes tarde.
De momento solo adultos. Las clases de pequeños dependerán de cómo se vayan desarrollando los acontecimientos, y las normas que vayan surgiendo.
Y aun no hemos empezado. Y hasta septiembre queda todo un verano, pero simplemente la perspectiva de haber decidido empezar en septiembre, a mi me anima y me abre una vía de esperanza.
Al poco tiempo me encuentro con mi alumno José Luís Bautista, mi peluquero, como siempre crítico con mis artículos, que me dice que le ha gustado mucho el artículo “Vuelta a la normalidad”, cosa que le agradezco.
Me dice también que vio a Jesús y que le dijo en septiembre empezaríamos.
Y me gustó saber también que Jesús lo va contando porque de alguna manera, me hace ver que a raíz de la conversación que tuvimos el otro día, también está ilusionado. Y sé que está esperanzado, porque cuenta con empezar en septiembre.
Así que: ¡Abriremos en septiembre!