Hoy titulo así este artículo, pero podía haber sido de cualquiera de estas otras formas:
“Quién se lo iba a imaginar”. “A la vejez viruelas”. “Quién te ha visto y quien te ve”. “Esto es lo que hay” “Hay que reinventarse”. “Con lo que es el Judo”. “Queremos, necesitamos hacer…
Tomando un café una mañana del pasado mes de octubre, con mi alumno y amigo Chema Laspuertas, “mi bombero”, me dice: “Si hace un tiempo nos dicen que va a pasar esto, no nos lo creemos”.
Porque de pequeños en el colegio, no se en qué asignatura nos hablaban de las epidemias y de las pandemias. La epidemia era algo más localizado y la gripe era un ejemplo que podíamos reconocer y llegar a vivir. Pero ¡una pandemia! ¡Una epidemia a nivel mundial! Nunca pensamos que llegaríamos a conocer.
Y finalmente nos ha tocado a todos, conocer, vivir y sufrir una pandemia. Y cada uno en su situación y en su trabajo tendrá motivos para preocuparse y quejarse. Los llamados servicios esenciales, por el exceso de trabajo. Otros, porque están pocos y tienen mucho trabajo como médicos y sanitarios.
Y los comercios y tiendas de ropa, porque los clientes ahora tienen otras preocupaciones, que ir de compras. Los bares, porque se considera que en recintos cerrados y en ese tipo de relación es fácil contagiarse por lo que les han impuesto muchas trabas y restricciones.
Y los Profesores de Judo, porque hemos elegido el deporte, como decía el maestro Chung, “el más bonito del mundo, pero también el más ingrato”.
Y seguro que no lo diría por esto, pero hay que reconocer que Judo, como hemos hecho siempre, es el que más contacto implica, y lo último que vamos a poder hacer.
Y nos toca lidiar con una pandemia que corta nuestras ilusiones y nuestra forma de vida.
Los Profesores de Judo mayores, que llevamos más de 40 años al pie del cañón y nos veíamos finalizando nuestra misión, pensábamos terminar, pero terminar bien, no así.
Los que hemos bregado en su momento, con grupos de cuarenta, cincuenta pequeños, y ahora jugamos, cuando jugamos, con media docena, incluso menos, asistimos a esta “despoblación” en los tatamis de Judo.
Aunque “los importantes son los que vienen”, como he escrito en alguna ocasión, y es así. Nos debemos a nuestros alumnos, y nuestros alumnos, son los que nos siguen y a pesar de todo, del miedo, de la situación, quieren hacer Judo, quieren venir y estar con nosotros.
“Quien te ha visto y quien te ve”, me preguntaba yo el otro día, cuando con dos infantiles sobre el tapiz, sin poder acercarse el uno al otro, sin poder tocarse, trataba de hacerles ver el Judo de otra forma.
Cuando te fallen las fuerzas ¿qué harás?, es la pregunta que me hizo mi madre cuando allá por los 70, le planteé la opción de dedicarme a enseñar Judo.
Y la pregunta ahora actualizada podía haber sido: y si sufrimos una pandemia ¿qué harás?
Porque esto, no nos lo podíamos esperar nunca. Pero aplicando la ley de Murphy: “Si algo malo puede pasar, pasará.” Y en este caso, como todo lo que puede suceder, ha sucedido.
“Encarando la recta final”, es un título de un documento que tengo entre manos, donde voy dando salida a mis pensamientos y sensaciones, a raíz de la reciente muerte de mi hermana Cristina médico pediatra, el pasado 30 de agosto, con 69 años, estando bien de salud, sin tener ningún síntoma de nada, amaneció, bueno no amaneció, la encontró uno de sus hijos, mi sobrino Jorge, por la mañana sin vida en la cama.
Y desde entonces pienso y voy escribiendo sobre lo que nunca pensara, que pensaría tanto, ni escribiría. En ese “Encarando la recta final”, recuerdo cómo cuando éramos niños, conocimos a nuestros abuelos, y aunque quizá menos a sus hermanos, nuestros tíos abuelos, y esa generación nos fue dejando, pero claro, ya eran mayores.
Los siguientes fueron nuestros padres y sus hermanos, nuestros tíos, que los conocimos de jóvenes, incluso asistimos a sus bodas, y prácticamente es una generación que en mi caso ya ha desaparecido. Y la siguiente generación es la nuestra.
Y en el mundo del Judo lo observamos también. Amigos y conocidos nuestros, de nuestra edad, incluso más jóvenes nos han ido dejando.
Porque llegando a una edad, vamos acumulando puntos y tomando posiciones. Y si unimos la edad a la pandemia, y a las medidas restrictivas, de confinamiento y de protección que se nos marcan, nos encontramos los Profesores de Judo mayores, que queremos seguir trabajando, en una situación que nos agobia, que nunca hubiéramos podido imaginar.
A primeros del mes de marzo con la aparición del coronavirus, antes de que se dictara el estado de alarma, mi socio y amigo Jesús Sánchez y yo, tomamos la decisión de suspender las clases y mantener el club cerrado.
Luego se nos confinó a todos en casa, y estuvimos prácticamente dos meses sin poder aparecer por el club, ni de visita.
Ha ido pasando el tiempo y nunca hemos visto la ocasión de abrir, para evitar la posibilidad de crear un foco de contagios entre nuestros alumnos, y tener que volver cada uno de ellos a un estado de confinamiento.
Y así estamos. Esperando que pase y ver cómo evoluciona la situación.
Manteniendo la ilusión y la esperanza, desenvolviéndonos en este medio con esto que nos ha tocado vivir.