¡No hagas solo cinco cada vez! le digo a Enrique.
Enrique es un matutino nuevo veterano, que se ha incorporado este curso. Y digo que es veterano porque pasa de los sesenta. Practicó Judo de jovencito, hace más de 50 años en el club Judokwai, primer club de Zaragoza y de los pioneros de España. Ahora jubilado ha querido retomarlo y se ha integrado en el grupo de la mañana.
Lleva dos meses con los matutinos, y observo que en el momento de realizar uchi komi lo hace en series de cinco.
Las series de uchi komi aparte de para aprender, mecanizar y practicar el movimiento, puede servir también como decía el maestro Uzawa como “solo gimnasia” como parte del entrenamiento físico y una serie mayor de cinco puede ayudar a trabajar la resistencia, la coordinación y también la fuerza dependiendo de cómo se realicen.
Recuerdo en nuestros años jóvenes, cuando aun no éramos ni primeros danes, que en nuestro afán por entrenarnos cuando oímos comentar al Profesor francés Juan Cotrelle, que en una hora una pareja podía hacer 500 uchi komi, que alguna mañana quedamos mi amigo Jesús Sánchez y yo, para realizar “la proeza”.
Realizábamos las series de veinte repeticiones y ahora no recuerdo a que movimientos dedicábamos la experiencia, pero como ya he indicado nuestro nivel era muy básico y seguro nada representativo de nada. En alguna de las ocasiones que lo hicimos, probamos con series de cincuenta, para “aligerar”, pero llegaba un momento en que empezábamos a descoordinarnos y a realizar mal el movimiento.
Seguro que porque nuestro nivel técnico no era el apropiado, ni nuestra preparación física la indicada. Pero el hecho es que lo intentamos y lo hicimos, algo que seguro no todo el mundo pueda decir.
Las veces que he estado en Japón las series de uchi komi en las Universidades, las hacen siempre de diez repeticiones y solo sobre ciertos movimientos: o soto gari, seoi nage,o uchi gari y harai goshi o uchi mata.
¡Hoy no me sale nada! oigo decir a un alumno en mitad de un entrenamiento en el cambio del randori.
Y ese no me sale nada puede depender de muchas cosas. Una de ellas el como se haya iniciado en la sesión, de cómo haya realizado el calentamiento y de las sensaciones que le haya aportado.
Y nuestra misión como Profesores es conseguir que lleguen al momento del randori a poder practicar con las mejores sensaciones, en las mejores condiciones.
“Buscando sensaciones” es la consigna que siempre digo desde que empezamos a calentar. En el momento de correr, de realizar giros, cambios de ritmo, en el momento de comenzar a hacer uchi komi, que quizá al principio sean “solo gimnasia”, y poco a poco conforme encuentran sensaciones, se transforman en movimientos fuertes, serios y explosivos.
Porque todos necesitamos tener unas rutinas para realizar el calentamiento.
Rutinas que deberemos incluir en el momento en que vamos a competir, que nos van a llevar a salir a competir con las mejores sensaciones posibles pero para eso tenemos que tener claro que hay que hacer. Cómo hay que calentar. Y este calentamiento hay que probarlo y trabajarlo para encontrar esas sensaciones que hay que reconocer, identificar, y que hay que saber buscar para llegar al momento de la competición y teniendo previsto el tiempo de calentamiento, saber con quién hacer, qué hacer, y como hacer.
Pero no solo hay que buscar esas sensaciones cuando competimos, también en nuestra vida y cuando como Profesores impartimos clases. Cuando vamos a impartir una sesión usamos nuestras rutinas, nuestro “calentamiento”.
No se si podría llamarse “calentamiento mental”, pero sí en alguna manera es una predisposición ante la sesión.
Llegado a este punto, mi alumno Saúl Nafría al leer este artículo, me dice que sí. Que el calentamiento mental existe, y recuerda cuando él impartía clases cómo le gustaba llegar con tiempo para esperando a sus niños, pensar, programar y decidir los contenidos y la forma de “abordarlos”.
A todos nos ha pasado en alguna ocasión que llegamos justos de tiempo, después de resolver distintos asuntos personales, y hasta que nos centramos, nos cuesta encarar la clase.
Quizá no se nos nota porque somos capaces de solventarlo, pero nosotros si que lo notamos. Sentimos distintos a nuestros niños, cuando a lo mejor ellos están como siempre, pero los notamos distintos. Y nuestra forma de dirigirnos a ellos tampoco es la habitual.
Es diferente el día que hemos llegado con tiempo, que hemos podido pensar, preparar los contenidos, que los hemos esperado y que más tranquilos vemos como se van incorporando y poco a poco vamos realizando el trabajo previsto.
De ahí la importancia de “buscar sensaciones”, de saber identificarlas y de tener un protocolo para saber encontrarlas y afrontar las situaciones que se nos presenten en el trabajo y en nuestra vida, en los combates si competimos y en las clases si es que impartimos clases, en las mejores condiciones.
Porque para un judoka, que en su vida “todo es Judo”, antes de enfrentarnos a cualquier situación tenemos que andar buscando sensaciones.