Con motivo de la proximidad de su boda, mi alumno Saúl Nafría, que sin pertenecer al grupo de los matutinos, en ocasiones pasa a entrenarse, me propone celebrarlo invitándoles a un desayuno a base de unos huevos con jamón después de un entrenamiento por la mañana.
Unas semanas antes lo comentamos y decidimos fecha para el evento. El viernes 17 de mayo. Adelantamos la sesión a las 7, lo normal es a las 7’30, para a las 8’30 poder estar sentados a la mesa y así a las 9 el que tenga compromisos laborales, pueda cumplir.
El grupo de matutinos habituales lo componen en torno a una docena, pero se corre la voz, y contando con algunos que ahora no están viniendo y algún que otro amigo, nos juntamos una veintena en el tapiz a las 7 de la mañana: un “mini kangeiko en primavera.”
Y durante el entrenamiento viéndolos trabajar me sentía orgulloso del grupo. Un grupo magnífico de personas. Judokas, todos danes menos dos: Patxi García que tuvo un problema de rodilla antes del examen de primer dan que estaba preparando y que se presentará próximamente y Daniel Serna el amarillo del “uchi mata no me sale muy allá”, ahora naranja que viven su tiempo de Judo al punto de la mañana.
Un grupo de judokas que se han hecho amigos y que en su vida laboral, y cada uno en lo suyo, resulta de lo más competente.
No pretendo alardear, igual que digo esto cuento también, que esta semana, en una sesión he tenido un grupo de pequeñitos del que he perdido el control y durante unos momentos se me ha ido de las manos y me he agobiado.
Porque si de algo podemos chulear los Profesores de Judo, como dice el Maestro Chung cuando dice: “chuleando a tope” es de nuestros alumnos, cuando hacen bien, cuando ganan en competiciones, cuando pasan de grado, cuando se saben comportar, y sobre todo cuando vemos como se van integrando en la sociedad, se definen y encajan en la vida.
“El dinero no tiene importancia…, cuando lo tienes”, he oído decir en ocasiones a mi amigo Raúl Merino. Y trasladándolo nuestras clases, “los alumnos no tienen importancia…, cuando los tienes”.
Contaba mi amigo Jesús Sánchez de la temporada que pasó en Francia con Juan Cotrelle, que una ocasión cuando un pequeñito se le desmadró a Cotrelle y no hacía caso, habló con su madre y le dijo que de momento no lo llevara.
Seguro que también todos nos hemos enfrentado a situaciones así. A todos los padres les gusta que les hablen bien de sus hijos, y algunos padres no encajan bien según qué comentarios les hacemos a veces del comportamiento de sus niños y según el comentario y en el momento en que lo hagamos, corremos el riesgo de perder un alumno.
Y ahora en que la situación no está tan boyante, y no tenemos clases de 40 o 50 como en tiempos, no se hasta que punto nos interesa correr ese riesgo.
Seguro que todos tenemos casos y experiencias de este tipo que podríamos contar, y que como “cincuenta años dan para mucho”, yo algún día haré.
Y volviendo al tema de partida, me remito al artículo ya colgado en RFEJYDA por Alfonso Escobar en 2016 “Porque algo tendrá que ver” y que para que no tengáis que buscarlo reproduzco a continuación el final del artículo:
“Mi alumno Saúl Nafría cuando terminó ingeniería, encontró trabajo en un par de empresas de proyectos industriales para terminar en la empresa responsable de instalar y gestionar el tranvía en Zaragoza. Ahora le han buscado para trabajar en una empresa ferroviaria, de las más importantes que hay en Europa y que tiene su sede en Alemania.
Comentando con mi alumno Chema Laspuertas, “mi bombero” que desde pequeño siempre quiso serlo, me hace notar cómo todos los judokas del club cuando acaban su formación se integran con cierta facilidad en el mundo laboral.
Y dice que eso quizá no es casualidad. Que el hecho de hacer Judo quizá tiene algo que ver…
Preparando su tercer dan Jorge Pérez Bailón, me justifica que el viernes pasado no acudió a entrenarse porque tenía la ceremonia de graduación en la Facultad. Jorge terminó Físicas en junio y ahora se prepara para hacer el doctorado.
Le pregunto sobre su futuro y me dice que una vez realizado el doctorado quizá pueda quedarse en la universidad. Y si no, ilusionado, me habla de otras opciones.
Cuando le comento la conversación que mantuve con Chema me dice que es cierto. Que quizá los judokas somos más resolutivos y tenemos ese afán de superación, voluntad, tenacidad, esa capacidad de sufrimiento, de resolución que nos hace resolvernos con mayor facilidad en el momento de integrarnos en el mundo laboral.
Al llegar a casa imprimí el listado de cintos negros del club y me dediqué a repasar por nombres y tratar de recordar sus estudios y su situación laboral.
No tengo certeza de donde están trabajando todos, pero si la mayoría y contrasto que están bien situados, lo que sin ser directamente responsable me llena de orgullo.
Porque algo tendrá que ver…”
Así terminaba el artículo “porque algo tendrá que ver”, que trataba de la influencia que tiene el Judo en nuestros alumnos en su determinación para desenvolverse para incorporarse a la vida laboral.
Y que el hecho de ver a este grupo de judokas la mañana del pasado 17 de mayo, me hizo sentir bien y pensar lo afortunados que somos los Profesores de Judo cuando nos encontramos ante un grupo de alumnos judokas, responsables, establecidos y sobre todo competentes en la actividad que desarrollan.
Y lo disfrutamos porque es el grupo que todos queremos tener.