En los primeros tiempos de la pandemia se nos confinó en casa durante unos meses.
En este tiempo mis alumnos Saúl Nafría, Jonatan Crespo y David Galé organizaron unos entrenamientos on line, que muchos judokas del club se conectaron y siguieron.
Se terminó el confinamiento, se pudo salir y como ya se podía hacer ejercicio al aire libre, terminaron los entrenamientos por ordenador.
Santiago Coello, el más veterano de la clase de los matutinos, que lleva haciendo Judo desde los comienzos del club, se quejaba de que solo, le costaba ponerse a hacer cosas. Que necesitaba de un grupo para motivarse, y me decía que porqué no empezábamos en el club a hacer algo.
Mi amigo y socio Jesús Sánchez y yo, teníamos muy claro que no queríamos ser los responsables de que nuestros alumnos y nosotros tuvieran y tuviéramos que hacer cuarentenas, y que algunos ya somos mayores y como se dice ahora formamos parte de lo que se ha pasado a llamar “personal de riesgo”.
Le propuse a Coello la posibilidad de juntarnos y quedar en el Parque Grande de Zaragoza, (a mi me viene cerca de casa), un par de días a la semana a hacer algo de ejercicio. Y decidimos que miércoles por la tarde sería a las 19 horas y sábados por la mañana a las 10. Que lo comunicara en sus grupos de whatsapp, para que el que se animara, lo supiera. Y desde final de septiembre hemos mantenido este entrenamiento.
¿Y qué hemos hecho? Evidentemente Judo. De manera distinta, pero Judo.
Porque Judo ha sido el esperar con ilusión que fuera miércoles o sábado para tener una excusa para vernos y saber que todos seguíamos y estábamos bien.
Porque Judo ha sido llegar y no esperar a nadie, como hacemos en el club. Y mientras llegan todos, empezar a correr subiendo y bajando las escaleras que preside Alfonso I el Batallador. Unos tramos de escaleras que bordean unas fuentes y que llegan hasta la base de la figura del rey que tutela el Cabezo.
Y Judo ha sido luego, tras cinco minutos de cortesía con la hora programada, en unas zonas de césped pobladas de álamos, donde con mascarilla y manteniendo la distancia exigida hemos pasado a hacer los movimientos en solitario: Tandoku renshu.
Tengo que reconocer que el tandoku renshu es una forma de entrenamiento que en toda mi vida como judoka y hasta ahora, yo apenas había practicado. Quizá barridos en calentamientos y poco más. Y si yo no lo había hecho, mis alumnos posiblemente ni conocieran su existencia, y después de tres meses, tengo que decir que todos hemos progresado un montón.
Y que si al principio algunos se movían sin ton ni son, ahora la mayoría después de haber puesto interés y de practicar de una manera continuada, tienen y tenemos un nivel más que aceptable.
Y esto se hace más evidente el día que viene algún alumno que, porque no sabía que quedábamos o porque no podía, no había asistido nunca, y cuando se pone a hacer, pone en evidencia su falta de forma, de coordinación, de sensaciones, con relación a sus compañeros.
En este entrenamiento del parque, el día que más hemos estado ha sido de dieciséis judokas. Y en total son en torno a treinta los que se han pasado algún día.
Y esto viene a cuento, porque el entrenamiento del miércoles 23 por la tarde, lo hemos pasado al jueves 24 a las 8 de la mañana para que de alguna manera coincida y tenga que ver por lo menos en la fecha, con último día del entrenamiento de invierno, kangeiko, que durante 40 años hemos realizado en el club de Judo Las Fuentes a las 6’30 de la mañana.
No es lo mismo, ni va a ser lo mismo. Pero vamos a estar juntos, vamos a hacer ejercicio, y guardando las medidas de seguridad establecidas, nos vamos a felicitar la Navidad como otros años.
He insistido en que no se hiciera una convocatoria oficial. Que los que tienen que estar son los que han estado asistiendo con cierta normalidad.
Patxi García, un matutino 1º dan, padre de Bruno un infantil, y que los dos han asistido prácticamente cada día, me manda un correo diciendo que Leire, compañera de Bruno, también de categoría infantil, sabiendo por Bruno como estuvo el kangeiko del año pasado, pregunta si puede venir.
Pues ¡claro que puede venir! Respondo. Pero entiendo que Leire añora sus sesiones de Judo, y no tiene idea de lo que hacemos ahora en el parque. Y Leire, que nunca ha hecho tandoku renshu temo que no lo entienda y que se pueda aburrir.
Porque todos los Profesores de Judo, sabemos como hacer en las primeras sesiones, para que nuestros alumnos quieran seguir viniendo.
“Que venga a probar un día en chándal”, es lo que a veces decimos a unos padres que vienen con su niño a informarse indecisos, porque no tienen claro que su pequeño se vaya a encontrar bien en la sesión, o a un adulto que duda si va a ser capaz de realizar y adaptarse en una actividad que a priori y desde fuera le parece complicada.
Y luego resulta que el niño sale encantado de la clase, y el adulto con pena por no haber tomado antes la decisión de practicar Judo.
Conseguimos, que sean conscientes de lo que pueden hacer con su cuerpo y que nunca pensaron que podrían hacer. Conseguimos que agarrándose a un compañero que de momento no conocen, y empezando a aplicar movimientos de Judo, encuentren y se identifiquen con los valores de respeto, responsabilidad y confianza que van a ser la base de su vida en el club.
En definitiva, conseguimos que niños o adultos lo pasen bien. Que, en un ambiente de Judo, se diviertan y se sientan importantes. Premisas básicas para seguir adelante.
Yo escribo todos los días. Las ideas surgen cuando surgen, y este artículo lo empecé el día antes del entrenamiento del día 24.
Tampoco tengo claro que tenga que escribir sobre esto y si puede importar. Pero después de haber leído Judo de Antonio Nacenta, basado en experiencias suyas, y que reconozco que leí con cierto interés, pues hablaba de su vida con el Judo y me sentía identificado en muchos aspectos, lo consultaré con mis “censores”, y si lo estáis leyendo en este momento, es que me han dado el visto bueno.
Y ahora escribo tras volver del entrenamiento. Hemos estado 22, de ellos 5 no habían estado ningún día. Y algunos que pensaba que estarían, no han venido. Leire finalmente tampoco ha venido, y me ha quitado una preocupación.
Por lo demás, han subido y bajado escaleras, corrido, y practicado los movimientos de los programas de 1º y 2º dan en forma de tandoku renshu.
Encadenamientos de distintos movimientos, y “randori”, para terminar con series de abdominales y flexiones.
Foto de grupo con mascarilla y guardando distancias, y corrillos de reencuentros, felicitaciones, contándose incidencias y degustando un bizcocho aportado por Santiago Coello.
“Amistad y prosperidad mutua”, es la cita que me viene a la cabeza siempre que veo a “mis niños” en esta situación.
Y aunque ha sido distinto a otros años, así ha sido hasta ahora, nuestro entrenamiento durante la pandemia.