Pues ya está bien

Vuelvo a rescatar un articulo que pasé y colgó Jesús Asensio en Arajudo  en 2009 a raíz de que una niña de la categoría cadete en Aragón resultó campeona de España y abrió una entrevista en un periódico local con el titular de ¡quiero ser olímpica!

Y como digo en el artículo veo con ilusión como un cadete después de su primera medalla nacional tome esa determinación. Eso implica trabajo para todos, pero sobre todo para el entrenador.

La naturaleza es muy sabia. Los hijos se pueden tener cuando los progenitores están fuertes y pueden sacarlos adelante.

En Judo pasa parecido. Empezamos a trabajar con niños siendo muy jóvenes cuando tenemos en torno a veinte años. Llegando a los treinta es cuando nuestros alumnos comienzan a tener sus primeros resultados autonómicos, quizá nacionales.

Y aquí viene el artículo:

¡Quiero ser olímpico!

(9 junio 2009)

Este es el titular con que un deportista medallista en un campeonato de España cadete inicia una entrevista de la que es objeto.

Todos tenemos derecho a aspirar a lo más alto y si el hombre no tuviera aspiraciones y capacidad para evolucionar aún estaríamos viviendo en cavernas.

“La ignorancia es muy atrevida”, es una frase que decía mi madre cuando ante un examen en el colegio o en la universidad veía la prepotencia, tranquilidad o falta de responsabilidad, con que en ocasiones lo afrontábamos sus hijos y aquí pienso que de alguna manera se puede aplicar.

Es muy bonito, genial y nada fácil resultar campeón de España incluso en categorías siempre abiertas como son infantil y cadete, más complicado resulta meterse en junior, en sub 23 y obtener una medalla en senior son palabras mayores.

Un profesor imparte clases, se hace con un grupo de entrenamiento, consigue motivarlo, lo entrena y si es constante, tiene acierto y también algo de suerte comienza a obtener sus primeros resultados nacionales que primero se suelen dar en infantil y en cadete (al ser categorías más abiertas), y si es capaz de crecer y madurar a la vez que sus alumnos  consigue incorporar sus judokas a los podium junior y metidos en esa dinámica incluso en el senior con todas las dificultades que conlleva.

Durante todo este tiempo el judoka desde infantil entra en el engranaje federativo y en manos de la federación española comienza a realizar concentraciones y alguna salida internacional. En estas salidas empieza a sentir ya la dificultad de ganar combates en este entorno internacional y la dificultad de obtener una medalla ante judokas de otros países.

Porque el judoka se sigue entrenando en su club, dirigido por su entrenador, con sus compañeros de siempre que son los que le han ayudado a ser medallista nacional y con alguna frecuencia es concentrado y se entrena con los mejores en un entorno nacional y a veces internacional.

Y sigue subiendo de categoría y estas concentraciones y salidas le van dando seguridad, se ve superior a los que no las realizan, aprende lo que tiene que hacer para ganar  y ganar en un entorno nacional con todas las dificultades que implica, comienza a no resultarle muy complicado. El judoka llega a junior y a sub 23 y resulta campeón de España, sale a torneos internacionales donde ya no encuentra niños de otros países con más o menos madurez, encuentra “hombres jóvenes” con una madurez de Judo mucho mayor, mucho más bregados en la competición “con mucha más hambre” de Judo con mucha más ambición de resultados y sabiendo perfectamente lo que tienen que hacer para ganar sus combates.

Pero la evolución natural es que este judoka que comenzó obteniendo una medalla infantil o cadete, que pasó enganchado en las categorías junior y sub 23, aprovechando sus concentraciones sus salidas, consiguiendo sus medallas, incluso internacionales, haya subido y tenga un nivel suficiente para meterse en el senior.

El entrenador se suma al aprendizaje de su alumno, se ve obligado a analizar las distintas situaciones, evoluciona y aprende con él. “El buen competidor hace al buen entrenador” pero de alguna manera se le “ha complicado” la vida.

Su judoka necesita “comer más”. Necesita más cantidad y más calidad en el entrenamiento. Sus compañeros de club “los otros campeones”, no han evolucionado al mismo nivel, no tienen en muchos casos el mismo nivel de implicación, y aunque progresan con él y el grupo se consolida y se hace más fuerte, su judoka necesita más y más…

Y consigue ser campeón de España senior… ¿y ahora qué? ¡Quiero ser olímpico!

En este nivel más consciente y maduro es normal y perfectamente respetable que el judoka que ya ha visto todas las dificultades que entraña el Judo de competición, “que ya sabe lo que hay en el mercao” tome la determinación y decida que quiere participar en unos Juegos que se lo comunique a su entrenador, o que lo decidan juntos, aceptando el entrenador el reto y como se le complica la vida

Porque en la década de los 90, cada país tenía derecho a llevar un equipo a los Juegos y cada país ponía sus mínimos y sus normas para participar y dependiendo de esas normas y de su economía resultaba posible acceder a participar.

Desde hace una década la participación en los Juegos es por continentes y hay que clasificarse en los torneos preparados al efecto y es por eso que resulta mucho más complicado. Mucho más complicado porque sacar resultados en ese entorno requiere un entrenamiento muy especializado y por supuesto una infraestructura importante alrededor del judoka.

Otros judokas españoles lo han hecho, y hay quién lo hace y consigue ser olímpico, incluso obtienen diplomas y medallas olímpicas, ¿entonces porqué no proponérselo si uno se ve motivado y con ganas?

 

Reconozco que a mi todo esto me viene grande. En dos ocasiones he estado a punto de ser entrenador de un deportista olímpico y las dos veces se frustraron, una por intereses laborales del judoka y otra por una inoportuna lesión. Pero reconozco que ilusionado con el tema alrededor de estos judokas se formó un grupo importante de trabajo y todos crecimos, aprendimos y evolucionamos.

Por eso veo con ilusión que un cadete después de su primera medalla tome esa determinación. ¡Adelante y ánimo! Porque hay trabajo por delante para el judoka y para todos, entrenador, compañeros, familia, autonomía, española… y como dice Sato:

“El valor del deporte radica más que en el resultado, en el esfuerzo realizado por conseguirlo”

 

Hasta aquí lo que decía el artículo.

Habiendo constatado el trabajo del entrenador con su judoka nos damos cuenta que es cuando tenemos entre 40 y 50 años, cuando nuestros alumnos llegan a tener, si tienen, sus mejores resultados.

Si se retrasan un poco más ya es un problema porque pasando esta etapa todo empieza a venirnos grande. Es ley de vida.

Y es cuando más experiencia hemos adquirido, cuando más conocimientos tenemos de Judo y de la vida, cuando más vivencias hemos tenido, pero empezamos a notar que nos falta energía.

Vemos lo que sucede a nuestro alrededor. Vemos cómo judokas inician sus ciclos y como ya lo hemos vivido, entendemos e intuimos lo que puede pasar y… la historia se repite.

Y vuelta a empezar.

 

Y como decía nuestro Profesor francés Jean Cotrelle: “hemos vivido haciendo lo que nos gusta, pues ya está bien…”