Empezando de nuevo

Cuando yo empecé a practicar Judo, lo normal durante la sesión era practicar Judo con el mismo compañero. Normalmente después del calentamiento, siguiendo la indicación de nuestro profesor, nos emparejábamos nosotros y elegíamos si podíamos al que era “nuestro mejor amigo”.

A veces no era así y te tocaba ponerte con el que quedaba desparejado que si coincidía que era cómodo y trabajador te salvaba la sesión pero si te tocaba el “torpón” o el que gustaba enredar te arruinaba el día.

Se cambiaba de compañero en el momento de hacer randori, pero no en el trabajo técnico.

Cuando se produjo mi accidente en 2000, mis amigos y alumnos se hicieron cargo de mis clases. Durante mi periodo de recuperación, aun en silla de ruedas, para distraerme y animarme me llevaban por el club para que asistiera como espectador y viera las sesiones.

Fue entonces en una sesión que impartía mi alumno Juan Diego Pérez cuando observé que en el momento de hacer trabajo de uchi komi y técnica los colocaba en dos filas y hacía que cambiasen con cierta frecuencia. Recuerdo en esa sesión participaba Jesús Asensio, más tarde creador de Arajudo entonces cinto naranja, con sobrepeso y nada cómodo para practicar, por lo que creí entender el porqué de los cambios constantes.

Cuando retomé mis sesiones imité el procedimiento de mi alumno Juan Diego Pérez y comencé a hacer cambiar en cada ocasión.

El hecho de cambiar de compañero cada vez me hizo ver las ventajas.

 

Las principales son:

Todos los participantes se relacionan y conocen antes.

Se crea un mejor ambiente.

Los veteranos son conscientes de “lo incómodo” que resulta hacer con los nuevos y tratan de ayudarles para poder trabajar mejor.

Los nuevos sienten más rápido como aprender a hacer bien de uke…y de tori.

En grupos de niños con varias edades los mayores se preocupan por los pequeños.

Los pequeños se sienten cuidados.

Los veteranos aprenden a diferenciar como hacer, a ser pacientes.

La progresión es mayor.

 

A los que no lo hacéis así, os invito a probar.

Decía el Profesor catalán Pablo Sáez en una ocasión: ¿Cuál es nuestra misión? ¿Crear campeones o formar personas?

Pablo Sáez es el Profesor del Vital Sport de Tarragona al que `pienso que se le podría calificar de discreto y eficaz. Discreto en cuanto a su forma de conducirse y eficaz en cuanto al número de judokas, sus resultados en competición y verlo siempre rodeado de alumnos que haciendo bien Judo, muestran a la vez un comportamiento y actitud envidiable.

Y a la pregunta de Pablo, la respuesta es sin duda formar personas. Sirviéndonos del entrenamiento, de la vida en el club, de la preparación y participación en competiciones, el objetivo final es conseguir que nuestros alumnos vivan todo tipo de experiencias que les ayude a formarse.

De entre nuestros judokas trabajando bien podrá salir algún campeón, pero nuestra misión más importante como profesores de Judo es que nuestros judokas se formen como individuos.

Todos no podrán ser campeones pero si podemos influir en que todos lleguen a ser mejores personas.

Hemos iniciado un nuevo curso y en estas primeras sesiones en todos nuestros grupos ha habido nuevas incorporaciones y una metodología que pienso que resulta sencilla, fácil, interesante y productiva para todos, es la de después de explicar el movimiento o el trabajo a realizar, confiar cada nuevo a un veterano que le ayude a entender la situación.

Y sin querer estamos ya aplicando una de las máximas que enunció Jigoro Kano y que forma uno de los principios del Judo:

“Amistad y prosperidad mutua”

Y pasados estos primeros meses y tratando este tema, me parece indicado rescatar el artículo titulado “hacer de los alumnos profesores”, que colgó Jesús Asensio en Arajudo el 15 de noviembre de 2011.

Por que un año más nos vemos empezando de nuevo.

 

Hacer de los alumnos profesores (15 de noviembre de 2011)

Comenzado el curso e implicados en las clases comenzamos a conocer a nuestros nuevos alumnos.

Y vuelta a empezar…nos volvemos a encontrar en ocasiones con pequeños niños hiperactivos, a veces insolentes y no muy bien educados con los que tenemos que empezar a bregar y a integrar en el grupo.

Cuando el grupo está hecho y bien conducido resulta más fácil. Si son prácticamente todos nuevos a veces cuesta más. No tienen un modelo para que, los que se incorporan, puedan imitar.

Inmerso en esta problemática volví a leer el otro día la reflexión “cuando un niño nos complica la clase”, y me hizo bien el hecho de leerla porque me recordó ideas y pensamientos que los profesores de Judo nos vemos obligados a manejar.

Y soy yo el que la escribí, pero fue hace tiempo (marzo de 2010), y no es que ahora me guíe por distintos parámetros pero recordarla me vino bien y me pareció una muy buena reflexión.

Ya se que no está bien que sea yo el que lo diga. Mi socio Jesús Sánchez, me llamaría al orden, pero la leí, me pareció buena y me ayudó a plantear una clase de un grupo que contaba con un par de niños “particulares”.

Cuando los profesores vamos a impartir una sesión, pensando en el niño que tenemos y que nos la va a complicar, vamos a disgusto pensando que sin ese niño el grupo estaría mejor.

A veces vamos predispuestos a enfrentarnos con él porque damos por sentado que su comportamiento no va a ser el adecuado.

Si antes leemos el apartado que expongo a continuación, nos puede ayudar a encarar la clase de otra manera.

Esto es lo que decía en “cuando un niño nos complica la clase”…

“Muchas veces al niño molesto que nos hace la clase imposible, tendemos a orillarlo y obviarlo, y en realidad lo que tenemos que hacer es todo lo contrario.

Al niño inseguro y con cierto complejo que busca llamar la atención, pienso que hay que dotarle de un cierto protagonismo. Pero el protagonismo se lo tenemos que dar nosotros y no permitir que se lo tome él cuando quiera. Y para ello, nos tenemos que fijar en sus facultades y explotarlas. De alguna manera reafirmarlo y delante de todos poner en evidencia sus cualidades, que a partir de ese momento, él se va a preocupar de potenciar…

En cuanto se da cuenta de que contamos con él, de que se le tiene en cuenta en el grupo, resulta mucho más fácil conseguir que nos haga caso y su comportamiento empieza a cambiar.

Es muy fácil, llegar a querer al niño que se porta bien, que te hace caso, te entiende y que además hace bien Judo, con éste normalmente nunca tendremos problemas. El tema es llegar a querer y llevarse bien con el que te hace la vida imposible, con el que no pone nada de su parte, y es para ese, para el que hay que buscar la solución”.

Me agobiaba la otra mañana pensando en una clase que debía afrontar por la tarde y leyendo esto llegué a la sesión motivado, pensando y repitiéndome el slogan de, ¡…a por ellos, oe…! que empleaba el judoka avilesino Hugo Burgos cuando él, de competidor júnior y yo como entrenador, nos movíamos por  torneos internacionales y debido al fútbol se había puesto de moda.

La última parte de esta reflexión terminaba con las estrategias para motivar que indica el pedagogo y educador, el profesor Bernabé Tierno.

La última dice “hacer de los alumnos profesores:

Nada motiva tanto ni desarrolla de manera más directa la capacidad de aprender, que el hecho de enseñar a otros lo que ya sabes o estás aprendiendo”

Y es emocionante ver como alguno de estos “que te complican la clase”, cuando lo pones a trabajar con un nuevo o uno más pequeño y le das la responsabilidad de ayudarle a aprender o a practicar un movimiento o una parte de un movimiento, (siempre supervisando de lejos su actuación), como cambia su actitud.

Señalar como cuando en el grupo existen diferentes niveles, el judoka de mayor nivel se interesa, se esfuerza y ayuda al de menor nivel para conseguir que aprenda y perfeccione sus movimientos.

También motiva ver como un alumno adulto, al que le costó pasar a primer dan, porque le costó memorizar los fundamentos, perfeccionar las técnicas para que tuvieran un nivel digno de presentarlas en el examen, como ahora, cuando se pone con un cinto marrón que está preparando su examen, pone todo su empeño y esfuerzo en ayudarle y conseguir lo que a él tanto le costó.

Así surge sin querer en la clase y en el grupo la aplicación de uno de los principios básicos del Judo: “Progreso y prosperidad mutua”

Y la oportunidad de hacer surgir esta máxima, es lo que muchas veces conseguimos los Profesores de Judo haciendo uso de la última estrategia de Bernabé Tierno “hacer de los alumnos profesores…”